No quedaba nadie, sólo los atados, aquella tarde de un festivo en el teatro. Me tragué la lágrima, más de rabia que de pena, lancé tres maldiciones aztecas a los que no se habían presentado al ensayo, y me planté en medio de la sala mayor, a contemplar como se levantaba, destruía, desencajaba la escenografia (los brazos de los técnicos nunca rehusan un poco de atención -ya sea táctil o visual-), luego desaparecí, fumando un cigarrillo, sin pararme en la fonda del maní. Y me falta, me falta...
2 comentaris:
¡Hoy nos sueltan!... a pasear un rato.
No quedaba nadie, sólo los atados, aquella tarde de un festivo en el teatro.
Me tragué la lágrima, más de rabia que de pena, lancé tres maldiciones aztecas a los que no se habían presentado al ensayo, y me planté en medio de la sala mayor, a contemplar como se levantaba, destruía, desencajaba la escenografia (los brazos de los técnicos nunca rehusan un poco de atención -ya sea táctil o visual-), luego desaparecí, fumando un cigarrillo, sin pararme en la fonda del maní.
Y me falta, me falta...
Publica un comentari a l'entrada